miércoles, 20 de enero de 2010

Salve


¡Salve!
Jugar a ser María, María la inmaculada
Dios te salve.
Con manto blanco y túnica rosada
Subir al burro y cargar al niño
Alabado sea.
Ser la esposa de José, jamás tocada
Y arder por dentro condenada.
Actriz de pastorela con bikini de hilo dental ajustado.
Imaginarlo desnudo esposo de carne
Palpitando entera, condena eterna.
Tocar su mano y quererla dentro, acariciando el cauce anhelante
Que no se sofoca ni con Cristo muerto.
Jugar a ser María para tener a José
Vestida de santa y pensando en él
Tirada en la cama canta su blasfema letanía. Las piernas apuntan al cielo llevando el compás. Su madre cosió orgullosa el manto que llevará su niña. Aceptó el papel de la Virgen en la posada de la cuadra sólo por conocer al vecino que sería José.
Ella tiene 12 años él, 16. Por las tardes lo espía, le gusta verlo lavar el coche con la playera empapada y el cigarro que prueba de vez en vez.
La impía virgen se tumba en su lecho, sus labios prensan el cigarro que finge la boca ajena mientras la mano traviesa explora bosques y ríos que se esconden en su piel. Visitante recurrente de una misma fantasía. Memoria rallada, recuerdo fallido.
La túnica rosa es la página que guarda oraciones escritas con rímel corrido, frases que rezan la tarde en que jugó a ser María con la túnica de seda y sin brasier, para sentir el frío que rosa a sus brotes de flor.
Aquella tarde caminó hasta el altar iluminado, adivinó a José a la distancia recargado en uno de los pilares del pesebre. Quería su aliento y caminó precisa por una ruta que obligaría a su cuerpo a rosar con el de él. Quería darle la prueba de sus formas ya despiertas que no son más las de una niña. La luz cegadora no le permite ver su cara pero siente la piel por intuición. Humores de ensueño la conducen más cerca pero no olvida que es la virgen que mira al cielo con los muslos húmedos y el descaro solapado bajo el velo.
Toca la sotana verde del carpintero para encontrar su leño y sembrar la invitación. La respuesta es inmediata ¡Ave María!
Ella busca los ojos de él para corroborar. En su lugar descubre al impostor, José de utilería, el chamaco de 13 años que vive en la 6.
En la tercera fila está su José, viéndolo todo, riendo de sus 12 años, de su triste historia.
¡Salve!

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